Tus dedos mueven los hilos
y juegan a escaparse,
entre tormentas me miras
y en las nubes hay escapes:
la esperanza de una salida.
Entre el frío del invierno
y las hojas endurecidas
llega desde algún sitio
el arrullo de tu voz tibia,
como el Sol de un Junio breve,
una vela encendida.
En la noche de tus ojos,
en tu risa de mis días,
escondo un cielo aparte,
un fin sin reglas fingidas,
la ilusión de un mes que pase
sin que pierda tu brisa.