El atardecer
desplegaba su rojiza mirada sobre el mar agitado. Las olas se revolvían
furiosamente intentando quizá retener ese cuerpo que Leopoldo y Tobías
rescataban del mar y acercaban a la orilla. Estaban jugando a escribir mensajes
en papeles que guardaban luego dentro de botellas transparentes para lanzarlas
al mar, cuando vieron a la mujer ahogándose. Los hermanos depositaron el cuerpo
sobre la arena y se dedicaron a observarlo. Era una mujer de edad madura,
estaba descalza y llevaba el cabello suelto. Era evidente que se trataba de una
mujer alta y para Leopoldo y Tobías que miraban la madurez desde abajo,
arrastrar ese cuerpo hasta la orilla había resultado una tarea difícil.
Leopoldo siempre
intentaba demostrar una seguridad afianzada en lo que se refería a temas
marítimos, por eso tras aclarar la garganta aseguró con voz lúgubre:
—Está muerta.
Tobías asintió
sin dejar de mirar el cuerpo, pero no compartía completamente la opinión de su
hermano, pues él habría podido jurar que la mujer había abierto débilmente los
ojos durante un breve instante mientras la sacaban del agua.
—¿Cómo podés
estar seguro? —le preguntó a Leopoldo.
El muchacho
interrogado miró a la mujer con aire doctrinal y sentenció:
—Por sus párpados.
Están morados ¿los ves? Eso quiere decir que está muerta.
Tobías se acercó
al rostro de la mujer y examinó minuciosamente los párpados. Era fácil notar la
coloración que habían adquirido, lo que Tobías esperaba descubrir era algún
breve temblor que le indicara que estaba viva.
—A lo mejor es
como las botellas que lanzamos al mar y después llegan a alguna orilla —declaró
Tobías.
Leopoldo asintió
y agregó:
—Pero sin el
mensaje adentro.
Tobías se separó
de la mujer y mirando a su hermano le dijo con inseguridad:
—Yo creo que
está respirando, todavía.
—Tonto. ¿Cómo va
a hacer para respirar con los pulmones llenos de agua?
Tobías acercó la
oreja a la nariz de la mujer todo lo que pudo sin tocarla pero no escuchó
ningún escape de aire.
—Igual creo que
está viva.
Leopoldo se
molestó por la insistencia de su hermano.
—Vos si querés
quedáte con este cadáver, yo me voy a cambiar de ropa.
Leopoldo se
levantó y comenzó a alejarse. Cuando sabía que su hermano ya no lo podía ver
caminó con las piernas y los brazos muy abiertos para que la ropa mojada no lo
incomodara hasta llegar a su casa. Minutos después mientras bajaba a la sala
con ropa seca, su hermano Tobías entró.
—Bueno ¿qué
hiciste?
Tobías lo miró
como solía hacerlo cuando estaba por decir algo sobre lo que no tenía
seguridad.
—La devolví al
agua.
—¿Qué? Así nada
más.
—No —aclaró
Tobías— le puse una botella entre las manos con un mensaje adentro para que
quien la encuentre sepa que aún está viva.
Es una historia muy bonita y tierna...aunque triste...
ResponderEliminarCon la ultima frase, la que dice Tobias, es típica acción del razonamiento de un niño, pero menuda moraleja nos dejas!!! uffff, todos aquellos que no tenemos un mensaje dentro que transmitir....es como si estuvieramos muertos...podemos dar mil vueltas en el mar de la vida y arrivar a mil playas...pero nadie se quedará con nosotros si no tenemos nada que decir...PERO QUE BONITO!!!me ha encantado!!!1BESO.
Les podia haber dado a los niños por pedir ayuda en vez de dudar tanto. Es como decimos aquí, entre todos la mataron y ella sola se murió. No sabemos el mensaje de esa mujer en su vida, nació como murió desnuda.
ResponderEliminarMuy bonito Emanuel.
Besos.
Muy bonito.Y digo como Ion-laos, ya podían haber gritado hasta pedir ayuda!!!:):)La pobre...si no estaba muerta...ahora si que murió!!!!Un besito,precioso
ResponderEliminarMe ha gustado.
ResponderEliminarBesos desde el aire
Qué bello Emanuel, qué bello!, ese acto desmedido de fe en la vida contra las rocas de la lógica y la negación. Me ha gustado especialmente la forma en la que nos has emplazado a pies del atardecer, he podido observar a la perfección el oleaje de un mar enfurecido arañando un horizonte de fuego y la juventud de Leopoldo y Tobías “mirando la madurez desde abajo”. El final me ha dejado -como siempre- todo un zumbido en la emoción..
ResponderEliminarMe ha encantado!
Un beso y enhorabuena por el premio que vas a recibir, te lo mereces con creces! (cuánto orgullo siente tu maestro, cuánto!, yo soy feliz por ambos!)
P.d- Y sí, yo también creo que bajo esos parpados morados estaba viva.. ;)
Excelente relato,tal como nos tienes acostumbrado. El análisis que hizo Metamorfosis es genial!!Creo que así es...podemos dar mil vueltas en el mar de la vida, que si no tenemos nada que decir,nadie se quedará con nosotros...
ResponderEliminarFelicidades por el premio.
Otro de los misterios para mensajes en botellas. Mis felicitaciones con un final inesperado
ResponderEliminarDespués de comentarios tan buenos más arriba me quedo sin palabras, pero te repito lo que siempre te digo, me encantan los finales que les das a tus relatos, nos mantenes expectantes siempre y eso es algo que me gusta mucho.
ResponderEliminarExcelente relato, todos deberiamos tener un mensaje dentro.
Conmovedora historia, los mensajes debemos lanzarlos desde la seguridad...¿estaria viva?
ResponderEliminarojalá y cada uno de nosotros trasmitieramos mensajes al mundo
Un abrazo
Stella
No me permite dejar mensajes desde mi cuenta, te dejo el nombre de mi blog
blog Calzando sentimientos
No se si será el lugar, ni la manera, pero puedes pasar por mi espacio (huellas). Aquello va como parte de un reconocimiento y admiración.
ResponderEliminarAbrazo
Si un día naufrago, espero que Tobías no esté en la playa. Le felicito ¡nuevamente! laureado escritor.
ResponderEliminarUn gran abrazo.
Lo olvidaba, si ve a Michel dígale, por favor, que mi ordenador ¡está renegando de su dueño, tildándose a su sabor y antojo!
ResponderEliminarOtro abrazo.
Me ha gustado tu relato.
ResponderEliminarTe agradezco el que me hayas devuelto la visita.
Volveré, porque me gusta como escribes.
Un beso.