Se escondió detrás del muro cerca
del pasillo, de esa manera podría reaccionar rápidamente si ése aparecía de
repente. Su pecho palpitaba furiosamente mientras aguardaba y era difícil recuperar
el ritmo normal de la respiración. Se deslizó hacia arriba y luego encorvó su
espalda sólo para comprobar que la pared seguía detrás de ella, escondiéndola,
sosteniéndola. Lo más molesto, lo que Abril realmente odiaba era esa expectativa,
ese despiadado silencio que se sostenía entre su escondite y el momento en que ése la encontrara. Era espeluznante
saber que iba a aparecer por algún lado sorpresivamente y, si tenía suerte,
quizá Abril moriría a causa del susto antes de que ése se encargara de asesinarla de alguna manera cruel.
Abril no se permitió tranquilizarse,
aún estaba en peligro, podía escuchar como ése
se deslizaba (porque no tenía pies) hacia ella por el pasillo. Estaba muy cerca,
era el momento de correr nuevamente.
Abril salió disparada hacia la
próxima habitación. Pero el camino era complicado, lleno de entradas y salidas
imposibles de calcular, eligió la abertura que se le ofrecía a la izquierda y
corrió tan rápido como pudo hacia la siguiente. Estaba desorientada y ése aún la perseguía, podía escuchar su suave
deslizamiento, le recordaba a las serpientes. Buscó desesperadamente alguna pista
o señal que le indicara qué camino tomar, pero no encontró nada, ni siquiera ese
olor peculiar y agradable que solía usar para orientarse en esos caminos
monótonos y confusos.
Se escondió detrás de otra pared,
agitada, al borde de la desesperación. Ése
estaba cerca. Abril sintió que estaba por desmayarse cuando oyó que, además del
serpenteo de su perseguidor, se
escuchaba otro acercándose desde una dirección diferente. Ahora eran al menos
dos sus perseguidores. Desde entonces supo que no podría escapar.
Sin embargo, lo único que le quedaba
por hacer era intentarlo tanto como pudiera antes de caer. Haciendo acopio de
sus últimas fuerzas se despegó de la pared y corrió, corrió rápido y sin mirar,
suplicando encontrar una salida, un refugio. Los reptadores se dejaban escuchar por
todos lados. Y cuando creía que se le acababan las energías, Abril giró y se topó
con uno de sus perseguidores justo frente a ella.
Observó con cierta curiosidad su horrenda figura, era un ser anormal sin pies, ni cabeza, con cinco brazos saliendo de su tronco. Se giró rápidamente y emprendió la huida, pero antes de que pudiera alejarse, otro de esos entes apareció por ese lado. Estaba atrapada. Abril vio impotentemente como ambos seres se lanzaban contra ella y la atrapaban.
Observó con cierta curiosidad su horrenda figura, era un ser anormal sin pies, ni cabeza, con cinco brazos saliendo de su tronco. Se giró rápidamente y emprendió la huida, pero antes de que pudiera alejarse, otro de esos entes apareció por ese lado. Estaba atrapada. Abril vio impotentemente como ambos seres se lanzaban contra ella y la atrapaban.
El Profesor Soruco atrapó con sus
manos a la rata y la sacó del laberinto de pruebas. El animalito estaba
curiosamente inquieto no dejaba de rasguñarle las manos.
—Tranquila, Abril, sólo son unas
pruebas, después te vas a ganar un buen trozo de queso ¿eh? ¿Qué te parece?
Hasta el final me has tenido intrigada, creyendo que era una muchacha huyendo de un ser horrible.
ResponderEliminarLos cinco, si, dedos de la mano del profesor, pues le puede poner un buen menú, porque con el rato que le ha hecho pasar al animalito...
Buen relato, me voy satisfecha.
Besos Emanuel.
Que final, vine viendo una muchacha tratando de huir. Mis felicitaciones
ResponderEliminarSuspenso y sorpresa nunca faltan en tus entradas ¿eh? la verdad me encantó, me gusta ese giro al final. Pobre Abril, esas manos monstruosas no dejarán de perseguirla.
ResponderEliminarFelicitaciones, Emanuel.
Emanuel!!!! hasta la última frase nos has tenido en vilo!!!! yo ya no daba abasto a hacer elucubraciones en mi mente....cuando has dicho un monstruo con cinco patas que se arrastraba....he pensado hasta en un pulpo mutilado, si es que......
ResponderEliminarMuy buen relato. Felicidades.
Estupendo! ... que digo estupendo, fascinante relato que nos ata a al asiento sin respiración hasta terminarlo. Me encantó tu blog. Te sigo desde ahora con gusto!
ResponderEliminarUn abrazo desde Ciudad de Buenos Aires
Ion-Laos estuvo acertada ¡a la primera! Lapislázuli imaginó lo que yo, entre otras: a una muchacha en peligro, escapando. Mony sabe que esas manos seguirán aterrándola siempre. Metamorfósis amplió el espectro de posibilidades con un pulpo y Susana resume lo que nos ha ocurrido a todos ¡he estado sin respiración tratando de hacer algo por ayudar a Abril! ¡Ah maravilla de mecánica narrativa, genial! Mil abrazos, escritor amigo.
ResponderEliminarPodemos ser verdaderamente aterradores...Suspenso hasta el final, y una sonrisa.
ResponderEliminarUn placer visitarte, Emanuel. Saludos muchos y que tengas lindo fin de semana.
jajajajjajajajjajja ahora si que lo lei!!!yo pensaba en milll cosas menos en una rata de laboratorio!!Muy bueno,bueniiisimo.Mil besitos y mil graicas!!
ResponderEliminarIon-Laos lo sacó antes que yo, que dudaba...era la mano.Comencé imaginando a una muchacha en peligro,el desenlace pone a la rata casi a punto de tomar sedantes.La excelente narrativa nos lleva paso a paso.¡Abrazos Emanuel!
ResponderEliminarNada más que agregar,¡Excelente!
ResponderEliminarUn abrazo Emanuel!
Descubro tu blog, a través de Julio, y me quedo entre tus letras.
ResponderEliminarSaludos.