—Se le ve en los ojos grandes. No tiene miedo de mirar la vida.
Soledad cruzó brazos y se sentó sobre la arena. Sacudió los pies aún mojados y apoyó el mentón sobre las rodillas flexionadas. Su cabello oscuro cayó sobre sus piernas (…)
Después de algunos minutos
silenciosos, el cansancio también venció a Lucía y suavemente la empujó hasta
sentarla sobre la arena, sin embargo nunca perdió de vista el rostro de la niña
que permanecía en el agua, por eso fue capaz de describir luego el momento en
que la niña repentinamente abrió la boca.
Al ver esto Lucía gateó
rápidamente hasta el lago, pero antes de que pudiera tocarlo la voz de Soledad
la detuvo.
—¿Qué estás haciendo?
Lucía se volvió por primera vez
hacia Soledad, (...).
—Abrió la boca.
—Te dije que la íbamos a asustar.
Lucía acercó su rostro al lago.
—Quizá quiere pedirnos algo.
—Y aunque así fuera ¿qué? Ya te
dije que no debemos intervenir. Ya lo has visto otras veces, no debería
sorprenderte. Siempre que alguien muere ahogado, donde sea, viene a purgar sus
crímenes en este lago antes de pasar al otro lado.
Un temblor de frustración sacudió
el cuerpo de Lucía y estuvo cerca de perder el equilibrio que le daban sus
brazos sobre la arena humedecida.
—¿Qué crimen puede haber cometido
esta criatura?
—No lo sabemos. Y es por eso
mismo que no debemos intervenir.
Soledad interiormente se
preguntaba qué crimen había cometido Lucía para tener que cargar con el peso
doloroso que representaba sufrir compulsivamente junto a cada alma que llegaba
a pagar sus deudas en el lago.
—Ya los viste otras veces. ¿Por
qué te preocupa tanto este caso?
—Es una niña —susurró Lucía.
—Vos no sos mucho mayor. Deberías
preocuparte más por vos misma. Te podés enfermar si…
Lucía se quedó contemplando de
cerca el rostro de Estrella quien había abandonado su anterior inmovilidad y con
los ojos muy abiertos separaba los labios una y otra vez, como un pez.
—Voy a subir a la casa. Me hace
frío —anunció Soledad—. No te quedes mucho tiempo.
Soledad subía por la colina sobre
la que estaba ubicada la casa donde vivían cuando el amanecer comenzaba a
replegar las tinieblas nocturnas. (…) un movimiento curioso llamó su atención
hacia la playa. Fue difícil para Soledad creer en lo que vio allí. Estaba a una
gran distancia, sin embargo podía distinguir claramente a Lucía sacando un
cuerpo del agua. Era imposible de aceptar, como la visión de un niño bajando
una estrella del firmamento.
Corrió hasta la playa tan rápido
como pudo, mas cuando sus pies pisaron la arena Lucía ya sostenía entre sus
brazos a una jovencita moribunda con mitad del cuerpo dentro del agua.
—¡No, Lucía!
Soledad llegó hasta donde estaba Lucía
pero no se atrevió a tocarla, pues estaba en contacto con esa criatura pálida y
de ojos exageradamente abiertos que pertenecía al agua.
—¡Qué hiciste!
—Ella me lo pidió —dijo Lucía
llorando, no podía dejar de mirar a la niña, a pesar de su aspecto lamentable
tenía algo que la hacía atractiva de manera que era imposible dejar de mirarla
una vez que se habían posado los ojos en ella—. Me pidió que la quitara del
agua. Pero no puedo sacarla completamente del lago, sólo la mitad de su cuerpo.
La niña del agua miraba el cielo,
levantó una mano descolorida con el dedo señalando directamente a la última estrella que
aún se veía en el firmamento.
—Pero, Lucía —dijo Soledad
compadeciéndose de su hermana— sólo vas a alargar su pesar.
Entonces ambas callaron porque la
niña intentaba decir algo con los labios resecos y entornados.
—Es, es… es —susurraba débilmente
con la voz muerta— es hermoso.
El agua del lago se agitó y
comenzó a cubrir el cuerpo de Estrella.
—¡Soledad! —gritó Lucía asustada—
¡se me está resbalando, Soledad!
—¡Soltála!
El cuerpo de la niña resbaló de
los brazos de Lucía e ingresó al lago. Cuando el cuerpo estuvo completamente sumergido en el agua. La corriente cambió de dirección y se llevó el cuerpo
rápidamente hasta perderlo de la vista de las hermanas.
—¡No!
Lucía se volvió rápidamente hacia
Soledad que miraba con preocupación todo lo ocurrido.
—¿A dónde va, Soledad?
—Pasó al otro lado.
Lucía la miró entristecida.
—Quiere decir que…
—Sí —dijo Soledad mirando como la
última estrella desaparecía para cederle el reinado del cielo al astro diurno—.
Va directamente hacia el mundo de los humanos.
Dfinitivamente, un lago inquietante si es para pasar al mundo de los humanos...
ResponderEliminarUn final a lo Emanuel.
Que tengas un lindo día.
Un cuento -que no relato- completo. Una mezcla extraña de terror y ternura que, sin embargo, o quizá por ello, mantiene expectante al lector quien deshilacha una y mil hipótesis sin asomarse siquiera al final, al significado, a la alegoría ni a la metáfora. ¡Estoy muy orgulloso de usted!
ResponderEliminarY tiene mucha razón en lo que a coincidencias escriturales se refiere. Brindo por esa conexión creativa.
Un enorme abrazo, Emanuel. Repito mi enorme dicha y orgullo por usted.
Una de las hipòtesis, puede ser, un lago en un mundo paralelo al que la mente humana no alcanza a llegar. No sé si alegrarme o apenarme por la niña. Me quedo acongojada...
ResponderEliminarUn abrazo Emanuel.
Jolinnnnn yo tengo los pelos de punta!!!!!!Vaya terror!!!Muy bueno Emanuel pero terrorifico!!!A mi el tema de los crios como que me da muuuucho miedo y más si se tocan estos temas...yo tiemblooo!!!Milllllll besos artistaaaa muy bueno!!
ResponderEliminarUn cuento maravilloso, en sus dos partes mantiene un exquisito equilibrio entre el misterio y la nostalgia,
ResponderEliminarademás tiene un final muy sorprendente por cierto; y desde algun lugar Lucía tenía muchos rasgos humanos, como ese incontenible intervencionismo que tanto nos caracteriza,
un fuerte abrazo, gracias por compartir.
Algo de terror, mucha ternura... valio la pena esperar el desenlace pedido en la primera parte. Mis felicitaciones.!!!!
ResponderEliminarImaginativo, entretenido, digno de leer.
ResponderEliminarsaludos
Impresionantemente inquietante!!!!
ResponderEliminarMe has dejado.....sin palabras.
Un abrazo.
Tierno dentro de un punto intrigante.
ResponderEliminarMe ha gustado.
Besos desde el aire
esperamos tus comentarios...con Julio, con poesía y con buen humor... visítanos como hacemos nosotros.
ResponderEliminarRealmente maravilloso, Emanuel. Esa mezcla perfecta entre terror y ternura me atrapó por completo, la intriga y el misterio presente en todo momento y ese final inquietante... felicidades.
ResponderEliminar¡Sin palabras!
Un gustazo.