miércoles, 6 de abril de 2011

Prisionera

He estado sentada durante mucho tiempo en medio de esta oscuridad, sintiendo el metal frío bajo mi piel desnuda y soportando la pestilencia que flota en el aire.

Estoy en el centro de una jaula cubierta de forma acampanada, la tela que la envuelve es delgada y se deja atravesar débilmente por la luz exterior. Puedo tocar los barrotes y distinguirlos como finas columnas negras que se recortan sobre el fondo grisáceo de la tela que me separa de lo externo.

Siento que están moviendo la jaula. Oigo voces que se quejan de lo pesada que es la carga. Me doy cuenta de que ahora estoy donde debería estar, en el centro de un escenario lista para mi exhibición. Escucho la voz del presentador y los murmullos impacientes del público que espera verme.

–Por fin –dice el presentador– aquí tienen la atracción principal.

Sé que habla de mí y tiemblo de miedo porque pronto levantarán la tela y quedaré expuesta al público. Puedo adivinar sus horribles rostros, sus miradas morbosas estudiándome; ya los he visto antes, son seres extraños, diferentes, viven en grandes urbes rodeados de comodidades y destruyendo todo lo que tocan.

–Bajo esta cortina, se encuentra un espécimen único, probablemente la última de una especie que se creía extinta –el público se agita, casi puedo percibir sus rojas miradas atravesando la cortina–. ¡Aquí está!

La cortina comienza a subir. Retrocedo, apoyo mi espalda contra los helados barrotes, tensiono mis músculos preparándome para el enfrentamiento. La cortina desaparece y los veo a todos, envueltos en una luz tan intensa, molesta, a la que mis ojos se acostumbran rápidamente.

–¡He aquí: Un auténtico ser humano!

Entrecierro los ojos y muestro los dientes, no les permitiré amedrentarme. Observo sus horribles rostros, sus cuerpos pequeños y metálicos. Me miran asombrados o asustados, es difícil distinguir las emociones en sus facciones planas.

–No tengan miedo, no puede escapar ni hacerles daño.

Murmuran entre ellos y me doy cuenta de que en realidad me tienen miedo y eso me tranquiliza, porque sé que tarde o temprano alguien cometerá un error, yo lo aprovecharé para escapar de esta jaula y entonces verán, ya verán.

1 comentario:

  1. Cada vez mejor, amigo mío. Va por una senda que, seguramente, lo llevará a ese destino que todos buscamos ¡añadirle a la literatura! Me sienta bien leerle. Un abrazo.

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