miércoles, 7 de septiembre de 2011

Ése

Se escondió detrás del muro cerca del pasillo, de esa manera podría reaccionar rápidamente si ése aparecía de repente. Su pecho palpitaba furiosamente mientras aguardaba y era difícil recuperar el ritmo normal de la respiración. Se deslizó hacia arriba y luego encorvó su espalda sólo para comprobar que la pared seguía detrás de ella, escondiéndola, sosteniéndola. Lo más molesto, lo que Abril realmente odiaba era esa expectativa, ese despiadado silencio que se sostenía entre su escondite y el momento en que ése la encontrara. Era espeluznante saber que iba a aparecer por algún lado sorpresivamente y, si tenía suerte, quizá Abril moriría a causa del susto antes de que ése se encargara de asesinarla de alguna manera cruel.

Abril no se permitió tranquilizarse, aún estaba en peligro, podía escuchar como ése se deslizaba (porque no tenía pies) hacia ella por el pasillo. Estaba muy cerca, era el momento de correr nuevamente.

Abril salió disparada hacia la próxima habitación. Pero el camino era complicado, lleno de entradas y salidas imposibles de calcular, eligió la abertura que se le ofrecía a la izquierda y corrió tan rápido como pudo hacia la siguiente. Estaba desorientada y ése aún la perseguía, podía escuchar su suave deslizamiento, le recordaba a las serpientes. Buscó desesperadamente alguna pista o señal que le indicara qué camino tomar, pero no encontró nada, ni siquiera ese olor peculiar y agradable que solía usar para orientarse en esos caminos monótonos y confusos.

Se escondió detrás de otra pared, agitada, al borde de la desesperación. Ése estaba cerca. Abril sintió que estaba por desmayarse cuando oyó que, además del serpenteo  de su perseguidor, se escuchaba otro acercándose desde una dirección diferente. Ahora eran al menos dos sus perseguidores. Desde entonces supo que no podría escapar.

Sin embargo, lo único que le quedaba por hacer era intentarlo tanto como pudiera antes de caer. Haciendo acopio de sus últimas fuerzas se despegó de la pared y corrió, corrió rápido y sin mirar, suplicando encontrar una salida, un refugio. Los reptadores se dejaban escuchar por todos lados. Y cuando creía que se le acababan las energías, Abril giró y se topó con uno de sus perseguidores justo frente a ella. 


Observó con cierta curiosidad su horrenda figura, era un ser anormal sin pies, ni cabeza, con cinco brazos saliendo de su tronco. Se giró rápidamente y emprendió la huida, pero antes de que pudiera alejarse, otro de esos entes apareció por ese lado. Estaba atrapada. Abril vio impotentemente como ambos seres se lanzaban contra ella y la atrapaban.

El Profesor Soruco atrapó con sus manos a la rata y la sacó del laberinto de pruebas. El animalito estaba curiosamente inquieto no dejaba de rasguñarle las manos.

—Tranquila, Abril, sólo son unas pruebas, después te vas a ganar un buen trozo de queso ¿eh? ¿Qué te parece?

11 comentarios:

  1. Hasta el final me has tenido intrigada, creyendo que era una muchacha huyendo de un ser horrible.

    Los cinco, si, dedos de la mano del profesor, pues le puede poner un buen menú, porque con el rato que le ha hecho pasar al animalito...

    Buen relato, me voy satisfecha.

    Besos Emanuel.

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  2. Que final, vine viendo una muchacha tratando de huir. Mis felicitaciones

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  3. Suspenso y sorpresa nunca faltan en tus entradas ¿eh? la verdad me encantó, me gusta ese giro al final. Pobre Abril, esas manos monstruosas no dejarán de perseguirla.

    Felicitaciones, Emanuel.

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  4. Emanuel!!!! hasta la última frase nos has tenido en vilo!!!! yo ya no daba abasto a hacer elucubraciones en mi mente....cuando has dicho un monstruo con cinco patas que se arrastraba....he pensado hasta en un pulpo mutilado, si es que......
    Muy buen relato. Felicidades.

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  5. Estupendo! ... que digo estupendo, fascinante relato que nos ata a al asiento sin respiración hasta terminarlo. Me encantó tu blog. Te sigo desde ahora con gusto!
    Un abrazo desde Ciudad de Buenos Aires

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  6. Ion-Laos estuvo acertada ¡a la primera! Lapislázuli imaginó lo que yo, entre otras: a una muchacha en peligro, escapando. Mony sabe que esas manos seguirán aterrándola siempre. Metamorfósis amplió el espectro de posibilidades con un pulpo y Susana resume lo que nos ha ocurrido a todos ¡he estado sin respiración tratando de hacer algo por ayudar a Abril! ¡Ah maravilla de mecánica narrativa, genial! Mil abrazos, escritor amigo.

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  7. Podemos ser verdaderamente aterradores...Suspenso hasta el final, y una sonrisa.

    Un placer visitarte, Emanuel. Saludos muchos y que tengas lindo fin de semana.

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  8. jajajajjajajajjajja ahora si que lo lei!!!yo pensaba en milll cosas menos en una rata de laboratorio!!Muy bueno,bueniiisimo.Mil besitos y mil graicas!!

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  9. Ion-Laos lo sacó antes que yo, que dudaba...era la mano.Comencé imaginando a una muchacha en peligro,el desenlace pone a la rata casi a punto de tomar sedantes.La excelente narrativa nos lleva paso a paso.¡Abrazos Emanuel!

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  10. Nada más que agregar,¡Excelente!
    Un abrazo Emanuel!

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  11. Descubro tu blog, a través de Julio, y me quedo entre tus letras.

    Saludos.

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