Efecto residual de:
Queremos tanto a Glenda y
La Hermandad
Desde que Magdalena perdió el juego hace dos semanas y fue asesinada según
las reglas, hemos tratado de evadir la próxima sesión. Es que sólo recordar la
manera escalofriante en que murió Magdalena nos pone los pelos de punta. En
realidad los que participamos en este Juego, estamos acostumbrados a codearnos
con la muerte. Todos los que jugamos el Juego secreto conocemos las reglas y
sabemos que cada tanto le puede tocar a cualquiera morir, todo depende del azar
o del destino, según la filosofía de cada quien. Pero lo de Magdalena fue
terrible para el grupo.
Sinceramente ninguno esperaba que le tocara a ella. Los que jugamos creemos
que en el Juego hay cierta justicia kármica, como el fiel de una balanza
perfecta sobre la que nos apoyamos todos y nos sentimos seguros confiando en
que sólo quienes verdaderamente se lo merecen serán castigados. Pero todos
queríamos tanto a Magdalena… y sabíamos (o creíamos) que ella era la más
integra y correcta de todos nosotros. Jamás supimos nada malo de ella, al
contrario. Por eso el hecho de que el Juego decidiera su muerte —y de esa forma
horrible— hizo tambalear violentamente los cimientos sobre los cuales apoyamos
nuestras creencias.
Desde lo ocurrido, nuestras reuniones son muy silenciosas y tratamos de no
preguntar cuando será el próximo Juego, aunque todos sabemos que falta poco (el
Faro principal está llegando a su resplandor máximo). Pronto recibiremos el
llamado en una hora y lugar inesperados, como ocurre siempre, y acudiremos
presurosos aunque desprovistos de la confianza que nos acompañaba. Nos
sentaremos en el Gran Salón, veremos de reojo, sin querer, la silla que ocupaba
Magdalena vacía, y esto nos recordará inevitablemente que ya no confiamos en el
Juego, que ya no creemos que sólo los pecadores serán castigados; porque
Magdalena, a quien queríamos tanto, la más pura de nosotros, recibió el castigo
máximo. Nos sentiremos todos vulnerables. Algunos no soportarán la tensión y
saldrán corriendo. Entonces entrará Euridí, envuelta en su capa carmesí, con
los naipes, los dados y los nombres de todos y el Juego comenzará. Magdalena
nos estará observando invisible desde su silla, como nos miraba agonizante
traspasada por el dolor atada a la hoguera. Y los dados rodarán, los naipes se
barajarán y todos temblaremos porque ya no creeremos en la santidad de nuestro
Juego y de lo que hacemos.
Pero yo les llevaré paz de nuevo, porque ése es mi deber como líder. Antes
de que comience el Juego les hablaré sobre los hechos oscuros que descubrí en
la vida de Magdalena. Les contaré sobre los amantes con los que se veía
fugitivamente, la doble vida que llevaba, lo mala madre que era, les relataré
calumnias y conspiraciones de Magdalena contra sus hermanos de Juego. Y
finalmente, para asegurar de nuevo la confianza de todos, les entregaré el
diario de vida de Magdalena (ya casi he terminado de fabricarlo) donde confiesa
sus vergonzosas iniquidades. Nadie podría dudar de mí.
Así
les devolveré la fe en nuestras creencias y en el Juego, porque sólo yo puedo
hacerlo. Entonces todos jugarán de nuevo confiados en que sólo los pecadores
serán castigados y no ellos. Claro que esta vez tendré que esforzarme más que
en las anteriores ocasiones porque le tocó justamente a Magdalena, y todos queríamos
tanto a Magdalena…
Pero será cafre el tipo este? Hipócrita, falso, mentiroso, puagggg!!! Un psicópata vamos!
ResponderEliminarEmanuel has estado fantástico, he disfrutado de lo lindo, enhorabuena!
Feliz Año Nuevo y mis mejores deseos.
Besos!
Me ha recordado algo...Parece una historia bíblica...O más bien como se manipula con la religión...
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Que las musas te acompañen durante el nuevo año.
Besos desde el aire
Excelente!, es tanto lo que dice esa historia, realmente es mucho.
ResponderEliminarEl poder que se siente en el derecho de dar o no información (incluso de crearla),,, fenómeno que suele ocurrir bastante con los poderes absolutos; construyen verdades tan lejos de la tierra que les empieza a incomodar la verdad de la tierra. Entonces la mienten (curiosamente, por el bienestar de la tierra).
Eso suele ocurrir siempre, cuando el juego demuestra que no tiene reglas; los humanos hacen cualquier cosa porque los hechos encajen en el casillero correcto que los ayude a dormir en paz.
Genial cuento, un abrazo Emanuel... No tengo duda que la querían a Magdalena, por eso la hicieron mentira, para seguirla queriendo.
Excelente, simplemente excelente.En un comentario tuyo en mi blog comparabas un final mío con el gran Cortázar (elogio sin dudad exagerado aunque mi ego lo engulló felizmente)tras leer este magnífico homenaje que brindas al gran maestro, sólo se me ocurre decir aquello de se cree el ladrón que todos son de su condición.Y es que tras leer este relato si alguien está cerca de Cortázar en cuanto a maestría, talento y manejo de los tiempos narrativos, ese eres tú, querido amigo.
ResponderEliminarBravo.
Te deseo un muy feliz Año Nuevo.
Un abrazo.
No pude evitar relacionar el juego con la religión durante todo el relato. Me gustó muchísimo, como siempre, es un placer leerte, Emanuel.
ResponderEliminarTe deseo un muy feliz año nuevo. Un beso grande.
Hoy paso a saludarte, Emanuel.
ResponderEliminarQue tengas un magnífico año nuevo. Un placer pasar por tu lugar.
Me llevo el texto para leer...
Saludos enormes. Muchos.
Y él falló, aunque quería tanto a Magadalena. Y así fallan los que dicen querer...
ResponderEliminarMe he suscripto por correo, para recibir tus notables trabajos. Uno más excelente que otro.
ResponderEliminarQué tengas un excelente 2012,pleno de creatividad!
Un abrazo.